18 septiembre 2024

Gustavo adolfo bécquer, romántico y burgués

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Gustavo Adolfo Bécquer es uno de los poetas y narradores más emblemáticos del Romanticismo español, una época marcada por la búsqueda de la expresión individual y la emoción intensa.

Bécquer se convirtió en la voz representativa de un movimiento que, si bien se nutría de la melancolía y lo sobrenatural, también reflejaba las tensiones sociales de su tiempo. Su obra, a menudo imbuida de un profundo sentimiento personal y una sensibilidad estética, revela la lucha entre el idealismo romántico y las realidades de una sociedad burguesa en transformación.

La dualidad de Bécquer como romántico y burgués se manifiesta en su obra, donde la influencia de la vida cotidiana y las convenciones sociales se entrelazan con la búsqueda de lo sublime.

Este artículo se adentrará en la vida y la obra de Gustavo Adolfo Bécquer, explorando cómo su legado literario sigue resonando en la actualidad, iluminando la complejidad de su tiempo y su propia existencia.

Biografía de Gustavo Adolfo Bécquer

Primeros años

Gustavo Adolfo Bécquer, cuyo nombre completo es Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida, nació el 17 de febrero de 1836 en Sevilla. Desde joven, mostró un gran talento literario, influenciado por su hermano Valeriano Bécquer, quien también era un artista destacado.

Lamentablemente, a los cinco años quedó huérfano de padre y, poco después, también perdió a su madre. Este doble golpe marcó profundamente su vida y su carácter. Gustavo fue entonces acogido por una tía materna, pero la soledad y la tristeza que sentía tras la pérdida de sus padres se reflejarían más tarde en su obra, especialmente en sus poemas más melancólicos.

La educación de Bécquer fue fundamentalmente autodidacta, aunque asistió a la escuela del Colegio de San Telmo, una institución que le proporcionó una sólida formación en humanidades. Fue aquí donde comenzó a desarrollar su interés por la literatura, especialmente por los poetas románticos franceses e ingleses, que influirían profundamente en su estilo.

Su llegada a Madrid

En 1854, Bécquer comenzó a trabajar en la ilustración de Madrid y se adentró en el mundo del teatro, escribiendo una zarzuela que le permitió ganar reconocimiento. Sin embargo, su vida no estuvo exenta de dificultades; en 1861, se enfrentó a la censura, ya que fue considerado un censor de novelas por las autoridades de la época, especialmente bajo el reinado de Isabel II.

Sin embargo, la vida en Madrid no fue fácil para él. Llegó con escasos recursos económicos y pasó años de penurias y dificultades financieras. Se vio obligado a trabajar como redactor y colaborador en distintos periódicos y revistas para poder subsistir, realizando tareas que no le interesaban mucho. A pesar de estas circunstancias, su pasión por la literatura se mantuvo intacta, y durante este tiempo comenzó a escribir algunas de sus obras más conocidas, aunque no lograron la repercusión esperada en ese momento.

Fue también en Madrid donde conoció a otras personalidades literarias importantes de la época, como su amigo y colega, el escritor y periodista Ramón Rodríguez Correa, quien lo apoyó y le ayudó a publicar algunas de sus obras.

La revolución de 1868 trajo consigo cambios significativos, y Bécquer, quien había vivido períodos de inestabilidad, encontró en su obra una forma de expresar su angustia y anhelos. Durante estos años, escribió uno de sus textos más emblemáticos, el libro de los gorriones, que se convirtió en un manuscrito muy apreciado. En su vida personal, Bécquer tuvo relaciones significativas con mujeres como Julia Espín, que dejaron huella en su poesía.

El 22 de diciembre de 1870 falleció, pero su legado perdura y su familia, incluidos sus hermanos Joaquín Domínguez Bécquer y Valeriano Bécquer que continuaron su memoria, al igual que sus amigos como Francisco Ortega y Augusto Ferrán.

Viajes continuos

La vida de Bécquer estuvo marcada por constantes viajes, muchos de los cuales fueron motivados por la necesidad de mejorar su delicada salud. Uno de estos viajes lo llevó a Toledo, una ciudad que inspiró algunas de sus leyendas más famosas, y en la que encontró un entorno idóneo para su creatividad literaria. La atmósfera medieval y misteriosa de la ciudad manchega influyó poderosamente en su escritura, sobre todo en sus leyendas, cargadas de un tono gótico y sobrenatural.

Otro viaje importante fue a Veruela, un pequeño pueblo en la provincia de Zaragoza, al pie del Moncayo, donde pasó una temporada en el Monasterio de Veruela junto a su hermano Valeriano, también un destacado pintor. Este periodo fue crucial para su obra, ya que aquí escribió varias de sus cartas más célebres, que luego conformarían "Cartas desde mi celda", una serie de crónicas en las que reflexiona sobre la naturaleza, la vida y la muerte.

Estos viajes no solo le sirvieron para mejorar su salud, sino que también le proporcionaron la inspiración necesaria para seguir creando sus poemas y leyendas, dotados de una sensibilidad única que combinaba lo romántico con lo trágico.

Obra literaria y sus referencias a Madrid

La relación de Madrid con la obra de Bécquer es profunda y multidimensional, marcada por su llegada a la capital en el contexto de la revolución de 1868. En esa época, se adentró en un mundo literario vibrante, donde sus relatos y textos periodísticos empezaron a florecer.

Su hermano Valeriano Bécquer, también presente en Madrid, se convirtió en un apoyo crucial en su carrera. En 1854, Gustavo publicó su famoso libro de los gorriones, una obra que reflejaba su sensibilidad hacia la naturaleza y la vida urbana. Entre sus amigos en la capital se encontraban figuras como Adolfo García y Francisco Ortego, quienes lo animaron en su camino literario.

La ilustración de Madrid también fue significativa en la obra de Bécquer, quien se vio influenciado por el ambiente cultural de la época. La zarzuela y el teatro eran formas de expresión que resonaban con su sensibilidad artística. A través de sus escritos, el poeta no solo retrató la vida urbana, sino que también exploró temas como el amor y la soledad. En sus relatos, personajes como Julia y Joaquín Espín y Guillén se entrelazan con la historia de la ciudad. La censura, representada por el censor de novelas, era un obstáculo constante que Bécquer tuvo que sortear, lo que llevó a que algunos de sus manuscritos, como los de Domínguez Bécquer, fueran revisados con esmero.

Finalmente, la figura de Isabel II, así como las tensiones políticas de la época, también influenciaron su obra. En el primer número de su publicación, que salió el 10 de diciembre de 1861, se pueden encontrar ecos de su vida en Madrid. La amistad con Juan de la Puerta Vizcaíno, García Luna y otros amigos del poeta fue fundamental para su desarrollo artístico. El 22 de diciembre de 1870, Gustavo seguía explorando su relación con Madrid, un viaje que se reflejaría en su legado literario y su conexión con el alma de la ciudad.

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Monumento a Gustavo Adolfo Bécquer en Madrid

En reconocimiento a su legado literario, en 1963 se inauguró en Madrid un monumento en honor a Gustavo Adolfo Bécquer en el Parque del Retiro. Esta obra escultórica es una de las más visitadas del parque y rinde homenaje no solo a la figura del poeta, sino también a su visión del amor y la muerte, dos temas centrales en su obra.

El monumento, realizado por el escultor Lorenzo Coullaut Valera, representa a Bécquer rodeado por tres figuras femeninas que simbolizan el amor ilusionado, el amor poseído y el amor perdido, una clara referencia a las etapas del amor que Bécquer describe en sus "Rimas". A un lado, aparece la figura de un ángel que simboliza la muerte, otra constante en sus escritos.

Este monumento es una parada obligatoria para los amantes de la poesía que visitan Madrid, ya que evoca la esencia del poeta y su legado en la ciudad que, a pesar de las dificultades que le supuso, fue su hogar durante gran parte de su vida.

Algunas de sus obras literarias

Rimas y leyendas

"Rimas y leyendas" es, sin duda, la obra más conocida y emblemática de Gustavo Adolfo Bécquer. Publicada póstumamente, esta colección de poemas y relatos cortos constituye el corazón de su producción literaria. Las "Rimas" son poemas breves, en su mayoría dedicados al amor, la belleza, la melancolía y la desesperación. En ellas, el poeta plasma sus emociones más íntimas y personales, y su estilo sencillo y directo ha fascinado a generaciones de lectores.

Por otro lado, las "Leyendas" son narraciones en prosa con un fuerte componente fantástico y sobrenatural. Algunas de las más famosas son "El Monte de las Ánimas", "El Miserere" y "La cruz del diablo". Estas leyendas están impregnadas de un aura de misterio y tragedia, que refleja el espíritu romántico de Bécquer y su fascinación por lo gótico.

Cartas literarias a una mujer

Otra de las obras importantes de Bécquer es "Cartas literarias a una mujer", una serie de escritos en los que el autor reflexiona sobre el arte, la poesía y, por supuesto, el amor. Estas cartas están dirigidas a una mujer desconocida, y en ellas se percibe la búsqueda constante de Bécquer por encontrar un sentido a sus sentimientos y a su vida. La escritura en forma epistolar permite al poeta abrir su corazón de una manera más íntima y personal, creando una conexión directa con el lector.

A través de estas cartas, Bécquer ofrece una profunda reflexión sobre la creación poética y su relación con las emociones humanas, explorando la manera en que el amor inspira y, al mismo tiempo, atormenta al artista.

El Monte de las Ánimas

"El Monte de las Ánimas" es quizás una de las leyendas más conocidas de Bécquer. Ambientada en la ciudad de Soria, cuenta la historia de una antigua batalla entre templarios y nobles que dejó el monte lleno de cadáveres. La leyenda narra cómo, en la noche de Todos los Santos, los espíritus de los muertos regresan a ese lugar. La historia está llena de elementos sobrenaturales y refleja la obsesión de Bécquer con la muerte y el más allá, temas recurrentes en su obra.

Su obra y la vinculación al amor

El amor es el tema central de la obra de Bécquer. A lo largo de sus "Rimas", el poeta explora el amor desde distintas perspectivas: el amor idealizado, el amor correspondido, el amor perdido y el desamor. Bécquer ve el amor como una experiencia trascendental, capaz de elevar el espíritu, pero también como una fuente de profundo dolor y sufrimiento.

Sus poemas, cargados de sensibilidad, muestran un ideal romántico del amor, en el que este sentimiento es visto como algo sublime y, al mismo tiempo, inalcanzable. Para Bécquer, el amor es una fuerza que trasciende el tiempo y el espacio, pero que también está condenada a desaparecer, dejando tras de sí solo el recuerdo y la melancolía.

Esta visión del amor, marcada por la dualidad entre la belleza y el sufrimiento, es lo que ha hecho que la poesía de Bécquer perdure a lo largo del tiempo y siga siendo relevante para los lectores de hoy.

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