¿Eres más de anime o de manga? Descubre las diferencias
Estas disciplinas artísticas japonesas forman parte de la programación de la feria del Videojuego y la Electrónica para el Ocio.
De la suma del arte gráfico japonés y la historieta que venía de Occidente en el siglo XIX, surgió una disciplina artística única en el mundo: el manga. Hoy, es una seña de identidad cultural del país del Sol Naciente y una industria que supone el 23% de la facturación de su mercado editorial, con cerca de 11.000 novedades al año. Con un estilo narrativo e ilustrativo diferente a los dibujos que venían de Europa y EE UU, que seguía la línea pictórica de la factoría Disney, el manga cogió impulso a mediados del siglo XX con historias más realistas, violentas, eróticas, guerreras y underground, con menos texto y abierto a la fusión con otros géneros como el cine o la fotografía.
En los años sesenta, el manga ya era el medio de comunicación más importante de Japón. Figuras como el dibujante Osamu Tezuka, creador de Astroboy, o series manga como Mazinger Z o Grendizer, dieron peso mundial a sus historietas que, poco a poco, empezaban a compartir espacio entre sus seguidores con otro género: el anime, la animación japonesa. “Su diferencia es la misma que entre una película y un cómic: el anime se ve, el manga se lee; eso sí, los dos se disfrutan exactamente igual”, cuenta José Arce, especialista en el sector.
Del papel a los videojuegos
El anime se asentó como disciplina artística en los años sesenta, de nuevo con las obras de Osamu Tezuka como punta de lanza para esta industria audiovisual. Con la llegada del DVD, el Blu-ray e Internet, su consumo se disparó, haciendo suyos géneros no vinculados a la animación hasta ahora, de la historia al sexo, la política o el romanticismo. Series como Candy Candy, InuYasha, Onegai Teacher o el propio Astroboy, considerado el primer anime emitido en televisión, se exportaron a todo el mundo, a las que se unirían éxitos sin precedentes como Doraemon o Pokémon. Una serie de anime tiene un promedio de 13 episodios y cuesta una media de dos millones de dólares su ejecución.
Ambas disciplinas artísticas, el manga y el anime, han ido ganando influencia en otras industrias del ocio, como el cine, la música, la Realidad Virtual o los videojuegos. De estas conexiones han surgido, además, corrientes como el cosplay, donde el público se caracteriza de sus personajes favoritos de anime y compite con coreografías y mimetizaciones estéticas.