16 septiembre 2024

Mark Rothko: un recorrido por su vida y obras del artista

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Mark Rothko, uno de los pintores más influyentes del siglo XX, es conocido por su singular enfoque hacia el color y la forma.

A lo largo de su carrera, Rothko evolucionó desde sus primeras obras figurativas hacia composiciones más abstractas, donde el color se convirtió en el protagonista absoluto. Rothko no solo buscaba crear arte, sino que aspiraba a tocar el alma de quienes contemplaban su trabajo. Su famosa serie de los "cuadrados de color" son un testimonio de su búsqueda por lo sublime, donde el espectador es invitado a perderse en el vasto océano de sus matices y tonos.

Este artículo hace un recorrido por su vida, su evolución artística y sus obras más emblemáticas, que han dejado una huella indeleble en el mundo del arte.

Biografía de Mark Rothko

Mark Rothko nació el 25 de septiembre de 1903 en Daugavpils, una ciudad del Imperio Ruso, hoy parte de Letonia. Posteriormente, emigró a los Estados Unidos, donde se estableció en Brooklyn. Su nombre original era Markus Yakovlevich Rothkowitz, y provenía de una familia judía. En 1913, cuando Rothko tenía solo diez años, emigró a los Estados Unidos con su madre y sus hermanos, uniéndose a su padre en Portland, Oregón, donde la familia buscaba escapar de la persecución antisemita en Europa.

A pesar de que Rothko inicialmente no mostró interés por el arte, destacaba como un estudiante brillante. Se matriculó en la Universidad de Yale en 1921, pero abandonó los estudios dos años después. Fue en Nueva York, donde se mudó en 1925, donde comenzó a explorar su interés por la pintura. La atmósfera bohemia y el vibrante ambiente cultural de la ciudad le ofrecieron la oportunidad de sumergirse en el mundo del arte y establecer contactos con artistas influyentes.

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Inicios en el mundo del arte

Rothko comenzó su carrera artística en la década de 1920 y 1930, cuando estaba fuertemente influenciado por el surrealismo, el cubismo y el expresionismo. Durante este periodo, sus trabajos representaban figuras humanas en escenarios urbanos. En estos primeros años, Rothko pintaba escenas inspiradas en la vida cotidiana de la ciudad de Nueva York.

Una obra temprana significativa de este periodo es Entrances to Subway (1938), que representa figuras anónimas en una estación de metro, capturando el aislamiento y la soledad en una ciudad bulliciosa.

Con el tiempo, sin embargo, Rothko se fue alejando de las representaciones figurativas y comenzó a centrarse en formas abstractas. En 1935, Rothko cofundó el grupo de artistas The Ten, que defendía un estilo artístico más abstracto, en contraposición a las tendencias realistas predominantes en el arte americano.

Época de madurez

La verdadera transformación en la obra de Rothko comenzó en la década de 1940, cuando abrazó por completo la abstracción. Abandonó por completo las figuras y desarrolló su estilo característico: grandes lienzos cubiertos por campos de color rectangulares. Durante este periodo, la paleta de Rothko se intensificó y sus composiciones se simplificaron, permitiendo que el color mismo se convirtiera en el tema central de la obra.

Esta etapa de su carrera es vista como su "época de madurez". Rothko estaba más interesado en las emociones y en el impacto psicológico del color. Creía que el arte debía ser una experiencia espiritual y emocional para el espectador, y utilizaba colores profundos y saturados para provocar una reacción emocional visceral.

La filosofía de su arte

Uso del color y la forma

Para Rothko, el arte no se trataba de representar objetos, sino de evocar emociones y estados de ánimo. Su principal medio para lograr esto era el uso del color y la forma. Las obras de Rothko son conocidas por sus grandes bloques de color, a menudo superpuestos en capas que parecen vibrar en la superficie del lienzo. Estos colores no están dispuestos de manera arbitraria; Rothko creía firmemente que el color podía transmitir emociones y estados de ánimo complejos. Utilizaba tonos cálidos y fríos para provocar distintas reacciones en el espectador, creando una atmósfera que podía ir desde lo meditativo hasta lo dramático.

El formato de sus pinturas también es fundamental para la experiencia que quería crear. Rothko solía pintar en grandes lienzos que "envuelven" al espectador, haciéndolo sentir inmerso en el espacio de la obra. Esto era parte de su filosofía de que el arte debía ser una experiencia espiritual, casi como un ritual.

Principales obras de Rothko

Orange and Yellow (1956)

Esta es una de las obras más emblemáticas de Rothko, donde se observan dos grandes campos de color vibrante: una banda superior de color naranja y una banda inferior de color amarillo. Esta combinación de colores cálidos parece irradiar energía y vida. Para Rothko, la simplicidad de estas formas y colores era la clave para una conexión emocional más pura y directa con el espectador. Aunque la composición puede parecer sencilla, es precisamente esta simplicidad la que permite que el color en sí se convierta en el protagonista, transmitiendo una sensación de optimismo, luz y calidez.

Entrances to Subway (1938)

Esta obra pertenece a una época más temprana en la carrera de Rothko, cuando aún se inclinaba por la figuración. En Entrances to Subway, se pueden ver figuras humanas moviéndose a través de una estación de metro. Los tonos oscuros y la representación minimalista de los cuerpos transmiten una sensación de alienación y anonimato en la vida urbana moderna. Aunque muy diferente de su obra posterior, ya se pueden ver algunos indicios del interés de Rothko en las emociones profundas, especialmente el aislamiento y la soledad.

No. 61 (Rust and Blue) (1953)

En esta obra, Rothko utiliza colores oscuros y profundos, como el azul y el óxido. El uso del azul crea una atmósfera introspectiva y melancólica, mientras que el óxido añade un contraste dramático. El espectador queda inmerso en la intensidad de estos colores, que parecen latir en el lienzo. No. 61 es un ejemplo perfecto de cómo Rothko utilizaba el color para expresar estados emocionales complejos, en este caso, posiblemente una sensación de duelo o pérdida.

No. 14 (1960)

Una de las piezas más representativas de la obra madura de Rothko, No. 14, presenta un gran campo de rojo en la parte superior y una franja de negro debajo. El rojo, un color emocionalmente cargado, parece flotar sobre el lienzo, mientras que el negro aporta un sentido de peso y gravedad. Esta pintura es un ejemplo de cómo Rothko usaba contrastes de color para crear tensión emocional. En este caso, los colores transmiten una sensación de conflicto o lucha interna, y el tamaño monumental de la obra refuerza su impacto psicológico en el espectador.

Black on Maroon (1958)

Este cuadro forma parte de la serie de murales creados para la Seagram Building en Nueva York, un proyecto que Rothko abandonó antes de completarlo. La obra se caracteriza por grandes rectángulos de color negro y marrón, lo que genera una atmósfera opresiva y sombría. Black on Maroon es un ejemplo del lado más oscuro de la obra de Rothko, donde los colores más apagados y sombríos parecen reflejar una exploración de la angustia y la desesperación.

Legado de Mark Rothko

El legado de Mark Rothko trasciende el mundo del arte. Su trabajo no solo cambió la forma en que se percibe la pintura abstracta, sino que también abrió nuevas vías para la exploración del color y la emoción en el arte. Rothko no veía sus pinturas como meros objetos decorativos, sino como portales a una experiencia emocional y espiritual. Quería que el espectador se sumergiera en el color y el espacio, para que pudiera conectarse con sus propias emociones más profundas.

A lo largo de su vida, Rothko experimentó tanto el éxito como las luchas internas. A medida que su obra se volvía más sombría en los años 60, también su estado emocional se deterioraba. Lamentablemente, Rothko se quitó la vida en 1970, pero su influencia sigue viva. Las pinturas de Rothko se exhiben en los museos más prestigiosos del mundo, y su enfoque único sobre el arte sigue siendo una fuente de inspiración para artistas y amantes del arte.

Mark Rothko transformó la pintura en una experiencia emocional trascendental, llevando a sus espectadores a un viaje introspectivo a través del color. Su legado como uno de los artistas más importantes del siglo XX sigue inspirando y desafiando las concepciones tradicionales del arte y la experiencia estética.

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