Pedro del Hierro

Fotografía de Pedro del Hierro en Mercedes-Benz Fashion Week Madrid
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Sobre Pedro del Hierro

Firma de moda española para mujer y hombre, que entiende y se adapta al estilo de vida y a las necesidades de la sociedad, presentando colecciones versátiles, innovadoras y funcionales de alta calidad y diseño cuidado. Ofrece prendas elegantes, cómodas y estilosas para cualquier ocasión. La firma pertenece a Tendam, empresa líder en el sector moda, desde 1992 y en la actualidad está presente en 42 países con alrededor de 300 puntos de venta.

Inspiración

Madrid, enero de 2025. Un lapso fugaz, extático, que se convierte en un escalofrío recorriendo todas las venas y arterias del cuerpo humano. Una sensación imposible de encapsular o etiquetar, que alude al efecto imbatible del talento sobre el ojo que lo observa y el cuerpo que lo presencia. Eso es precisamente lo que en el mundo flamenco se conoce como pellizco, algo que el mismísimo Enrique Morente intentó encapsular en 2009 en una entrevista: "El pellizco es un concepto muy ambiguo, pero hay que tenerlo. Muchas veces te dan ganas de coger unos alicates para explicar lo que es el pellizco (...) lo tiene aquel que tiene la impronta de quejarse con personalidad y de transmitir”.

Ese concepto es el punto de partida de la colección otoño/invierno 2025/2026 de Pedro del Hierro, una propuesta que funciona como la cara B de su antecesora, La leyenda del tiempo, festejo del 50 aniversario de la firma de moda española. Si la anterior colección revisitaba los códigos de la elegancia a través de estas cinco décadas según sus directores creativos, Nacho Aguayo y Álex Miralles, El Pellizco se sacude todas las convenciones y protocolos para invitar a vivir en una noche donde todo es posible.

La colección imagina una noche de éxtasis y fiesta, sin año ni lugar determinados, donde la alta alcurnia se entremezcla con la calle sin prejuicios y donde cada modelo emula a un personaje nocturno de esa jarana clandestina, donde el negro lo cubre todo y la mañana ni se intuye. Con alusiones al libro Visit Spain del fotógrafo Ramón Masats, los bailes de Truman Capote en el Manhattan de mitad del siglo XX, la película 24 Hour Party People (Michael Winterbotton, 2002) o la leyenda urbana de Ava Gardner en el Madrid de los cincuenta, en El Pellizco las prendas ejercen un poder más feroz que nunca a la hora de vestir los estilos dispares de aquellos y aquellas que recorren la pasarela. Un oxímoron visual y estético donde conceptos dispares –la clase y lo vulgar, lo masculino y lo femenino, la elevado y lo trivial– flirtean al ritmo de la música.

Lineas de colección

Los códigos de la sastrería masculina se aplican a las prendas de mujer, enfrentando prendas como el esmoquin con pantalones rectos, de corte flare o incluso pitillo. Esa deconstrucción se va haciendo más femenina a lo largo de la colección, también palpable en prendas de trazo déshabillé o a medio vestir.

El contraste se aplica a toda la colección, jugando al trampantojo con camisetas que sustituyen en algodón por la lana transparente o el intercambio de cuellos y corbatas –en rayas y lunares– para jugar a un efecto de falsas apariencias. También con el encuentro entre la elegancia y la imperfección, a veces con una lazada deshecha en un cuello, otras con el binomio de un jersey oversized con una falda de gran caída. En el calzado se erigen clave las botas Chelsea o el tacón de cubano, aludiendo al estilo personal del modisto Yves Saint Laurent en los años 70 o al vestuario escénico de artistas flamencos como Camarón de la Isla o Antonio Gades.

Entre los tejidos principales, destaca la lana mezclada con otros materiales como la seda o el mohair. Así, la riqueza de estas texturas contrasta con la oscuridad del propio desfile, especialmente en el uso de terciopelo con acabados como el stropicciato en rojo, negro y caqui. También hacen acto de aparición tejidos metalizados para dar ese contraste de luz a través del layering.

Los colores predominantes, partiendo y acabando en el negro más rotundo, oscilan entre el rojo burdeos o el caldero, rotos por tonos luminosos ocasionales.

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