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13 febrero 2025

Animales en el diseño de ciudades y espacios urbanos: ¿cómo lo hacemos?

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Iberzoo Propet, del 26 al 28 de febrero 2025 en IFEMA MADRID

Hay una realidad social innegable que es la presencia de los animales en nuestras vidas. La interacción con estos seres aporta a nuestro bienestar y salud, física y mental, numerosos beneficios y, a la vez, riesgos.

En los núcleos poblados habitan animales de todo tipo: silvestres, asilvestrados, de producción o de compañía, cada uno con su idiosincrasia, con ciertas necesidades, pero con impactos cruzados en la salud y con múltiples interferencias en la vida humana. En toda esta fauna, podemos encontrar especies autóctonas, migratorias, invasoras, amenazadas o en peligro de extinción, algunas deseadas y beneficiosas, y otras, históricamente, consideradas plagas.

Desde mi perspectiva como veterinaria constato, una y otra vez, que este es un tema eternamente olvidado, que no se tiene en cuenta cuando se hacen planes urbanísticos, cuando se construyen o se renuevan urbanizaciones, viviendas, lugares de trabajo, zonas verdes o los nuevos oasis climáticos y, tampoco, cuando se hacen estudios sobre el bienestar o salud urbana. Las consecuencias, muchos problemas de difícil resolución.

Si nos referimos a los animales de compañía, en España, 49% de las personas conviven con al menos un animal de compañía y, de estas, 8 de cada 10 las consideran un miembro más de la familia. El informe anual de ANFAAC (2021) habla de más de 30 millones de animales de compañía en España, de los cuales, destacan más de 9,3 millones de perros y en torno a 6 millones de gatos.

Sin embargo, muchos de estos animales de compañía no tienen espacios adecuados para desarrollar su comportamiento natural, hecho que en demasiadas ocasiones producen lesiones, malestar y estrés que les modifica el comportamiento hacia más irascibilidad o agresividad complicando la convivencia con ellos.

Hay numerosos estudios que reflejan que la interacción con los animales de compañía reduce el nivel de estrés en las personas, son un gran apoyo en la soledad no deseada, en la educación de los menores, ayuda al envejecimiento activo y a la cohesión social o, incluso, reduce la necesidad de consumo de fármacos en múltiples problemas de salud (depresión, ansiedad, en procesos de dolor crónico, diabetes, hipertensión arterial, para poner los ejemplos más comunes).

Y siendo un asunto que importa a la mitad de la población, y con un importante impacto en la calidad de vida, ya no se puede aplicar la filosofía de “el que no tiene el espacio adecuado que no tenga animales”, sino que este asunto necesita ser tratado con mayor empatía y con una respuesta profesional colaborativa.

Toda esta realidad se debe tener en cuenta en el diseño sostenible y saludable de los espacios ya que añade una imperiosa necesidad de crear lugares privados y comunes que integren de una manera armoniosa, segura y salubre la presencia de los animales en la vida social, especialmente de los perros y los gatos, garantizando a la vez la salud y el bienestar animal.

De lo contrario, esta convivencia se transforma en un enjambre complejo de riesgos sanitarios, conflictos vecinales y seguridad ciudadana, siendo desgraciadamente, la realidad actual.

Y en este asunto, el diseño de las viviendas, de las urbanizaciones, de los espacios comerciales, de ocio, incluso de las oficinas, hoteles o de restauración (que cada vez intentan ser más pet-friendly), como también de los espacios comunes urbanos, tiene mucho que ver en inclinar la balanza hacia un lado u otro.

Como por ejemplo, suelos demasiado resbaladizos para ellos que les impiden correr o jugar con seguridad, espacios de juego o de descanso ausentes o no adecuados, que muchas veces están en zonas de paso molestando tanto a las personas como a los animales, falta de espacios de descanso y refugio en altura para los gatos, imprescindible para no producir múltiples patologías por el estrés continuado en esta especie, terrazas y balcones sin adaptar para que los animales no se caigan por las rendijas o que les impida saltar por encima de la barandilla o vallas, jardines inseguros con presencia de plantas tóxicas o alergénicas.

A pesar de que en los últimos años cada vez se integran más factores de salud, bienestar y sostenibilidad, la realidad actual es que se siguen haciendo planes y construcciones sin tener en cuenta desde inicio la existencia de los animales en nuestras vidas. Es imprescindible que en los proyectos de arquitectura e interiorismo se empiecen a hacer consultas a expertos como veterinarios clínicos, veterinarios municipales o psicólogos especializados en la relación hombre-animal.

No podemos solo exigir a los animales que sean “perfectos ciudadanos”, que no molesten que no hagan ruido, que no ensucien, pero sin ofrecer unos espacios adecuados y suficientes para que expresen su comportamiento natural, donde puedan correr, jugar y reducir al mínimo el impacto de la suciedad.

Todo esto es imprescindible para una mejor convivencia hombre-animal garantizando un mínimo de bienestar de los animales que de esta forma estarán más tranquilos, más integrados socialmente y más adaptados a la vida urbana, y en consecuencia, se reducirán de manera importante las reacciones agresivas y las molestias producidas por vocalización.

Y esto ya no es solo cosa aislada de cada propietario de animal, sino que se necesita una respuesta más profesional e interdisciplinar en el diseño de los espacios públicos y privados, como también en las políticas de accesibilidad de los animales de compañía a múltiples áreas urbanas o edificios que, de manera tradicional, ha sido prohibida, pero que, en la actualidad, socialmente está cada vez más demandada. Es una necesidad, una reclamación y un reto, pero también una nueva oportunidad de mercado.

La visión pet-friendly, también empieza ser un gran atractivo turístico, especialmente, para las zonas emergentes, siendo el turismo con perro un turismo de más calidad, más activo y amigable con el entorno, demandando cada vez más alojamientos turísticos, hoteles, restaurantes, parques, rutas verdes, playas, transporte que permita el acceso de animales, especialmente de los perros.

Cuando hablamos de ciudades verdes u oasis climáticos, ya no es viable pensar solo en las especies vegetales y con criterios exclusivamente estéticos y paisajísticos, sino que se debe tener en cuenta que se crea un ecosistema donde sí o sí van a anidar especies silvestres de animales (aves, mamíferos, insectos…). Según la elección de las especies vegetales y el diseño del espacio, estos animales pueden ser un beneficio para el ecosistema, para la biodiversidad y para la salud (ejemplo, escuchar el agradable canto de los pájaros), una molestia (ruidos, suciedad, problemas de seguridad) o incluso una plaga por favorecer el desarrollo de vectores de enfermedades con impacto en la salud pública.

También hay que tener en cuenta que en la población envejecida la presencia del animal de compañía es un gran apoyo en la soledad no deseada, ayuda a la cohesión e interacción social y es un factor importante para que aumente el ejercicio físico. A través del paseo diario con el perro, la persona mayor se relaciona con los vecinos, intercambia conversación en el parque y realiza un mínimo ejercicio físico para seguir teniendo un hábito saludable. Por lo tanto, la tenencia de animales de compañía no puede seguir faltando entre los criterios a tener en cuenta en las ciudades amigables con las personas mayores, que deberían ofrecer óptimas condiciones para que estos hábitos se realicen con normalidad y sin barreras de accesibilidad.

Todos estos conceptos deberían servir como un punto de inflexión para desarrollar un nuevo campo profesional que dé cobertura a una gran necesidad ya existente. Creo que el esfuerzo merecerá la pena.

Fuente: extracto del artículo publicado en NAN Arquitectura por Delia Saleno. Veterinaria, presidenta del Grupo de Trabajo One Health de la CEOE. ExPresidenta CEVE.