El mercado hortofrutícola, la avanzadilla del packaging sostenible
En plena revolución sostenible en el mundo del packaging, el sector hortofrutícola no se encuentra entre los rezagados en adoptar el nuevo estándar. Dentro de estrategias mucho más amplias, frutas, verduras y alimentos de cuarta y quinta gama buscan la fórmula para que sus envases y embalajes generen el menor impacto ambiental apostando por la reciclabilidad, la recuperación, la compostabilidad, el ecodiseño y una huella de carbono lo más cercana a cero.
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La industria del envase y embalaje está inmersa en uno de los procesos de transformación más importantes de su historia. Las considerables dimensiones que ha adquirido el sector del packaging en las últimas décadas han dado como resultado una ingente cantidad de desperdicios que tanto la sociedad como las instituciones quieren ahora reducir o, al menos, convertir en un recurso. Este cambio de paradigma se está realizando además en unos tiempos sorprendentemente cortos, lo que ha obligado a empresas fabricantes y envasadores a abordar un proceso de adaptación a ritmos a los que no están acostumbrados. Pese al planteamiento general, que en muchos casos está siendo realmente adverso, hay un mercado en el que este proceso está siendo menos traumático: el hortofrutícola. Los envasadores llevan años centrando su estrategia en ofrecer al mercado productos de calidad y sostenibles, y en este punto el envase representa una carta de presentación inmejorable.
Así, además de un mayor cuidado por las propiedades estéticas del contenedor, las compañías han querido también dejar constancia de su preocupación por la huella de carbono eligiendo envases con un menor impacto ambiental. Ahora que nos encontramos ante un maremagnun legal que ha forzado a buscar soluciones que cumplan con el nuevo mantra (envases reciclables, con contenido reciclado o compostables) la industria hortofrutícola puede presumir de tener ya disponibles, y en la mayor parte de los casos en uso, una gran variedad de alternativas adaptadas a cualquier necesidad o estrategia. En esencia, el compendio de soluciones se basa en los materiales empleados de base y los requerimientos técnicos o de marketing del producto, destacando cinco grandes alternativas y una filosofía de concepción.
Papel y cartón: el beneficio de la imagen
Aunque existen aún ciertas dificultades a nivel técnico, los envases de estos materiales se han convertido en los grandes dominadores del sector. La voluntad de gran parte de la industria hortofrutícola de renunciar en la medida de los posible al plástico ha sido su gran carta de presentación junto con las posibilidades a nivel de marketing que ofrece (gracias a la diversidad de diseños y las capacidades de impresión). Incluso en segmentos como la cuarta y quinta gama, el papel y cartón ha sido capaz de encontrar su hueco bien empleando lacas, recubrimientos, bioplásticos o materiales sintéticos para completar los grados de protección que se requieren. El futuro para muchas empresas pasa por potenciar la relación con estos materiales, lo que explica que cada año se siga ampliando la oferta, sobre todo en el área de envasado.
Plástico: el compañero inevitable
Si bien es cierto que la penetración del plástico se ha frenado en los últimos años, está muy lejos de desaparecer ya que sigue ofreciendo cualidades incomparables en materia de protección del contenido, tanto por la resistencia del producto (que no se deforma salvo en condiciones “extremas”), como por la capacidad que tiene para alargar la vida del mismo (en especial en cuarta y quinta gama) y, cómo obviarlo, su precio. La estrategia del sector para sobrevivir ante este nuevo panorama pasa por mejoras a nivel de reciclabilidad (prescindiendo de multicapas), el volumen de material empleado (reduciendo gramajes al máximo posible) o incorporando todo el material reciclado posible en su composición, con la idea en este último caso de convertir al plástico en una alternativa circular. En el caso del embalaje, palets, cajas y contenedores de este material siguen haciendo valer su condición de bien reutilizable para mantener su posición en el mercado.
Madera: la nueva imagen de un viejo conocido
La madera es uno de los materiales históricos de la industria del packaging que, pese a la aparición de alternativas de todo tipo, ha sabido mantener su espacio vital. En el mercado hortofrutícola nunca ha perdido comba y ha sabido reinventarse con éxito. De dominar el área de embalaje con las cajas de madera, poco a poco ha ido abriéndose camino para encontrar nuevos huecos apostando por formatos más pequeños como los “pitufos”, muy populares en las presentaciones de fruta roja, e incluso abriendo categorías con las barquetas de madera termomoldeada. Representan claras ventajas para todas aquellas empresas que busquen posicionarse apostando por lo natural del producto con el extra de ser un material reacondicionable y con pedigrí.
Celulosa: la compostabilidad como bandera
Para busca alternativas compostables las empresas envasadoras no han tenido que irse muy lejos. En lo que llevamos de década hemos asistido a una explosión en la demanda de envases a partir de celulosa, un material que parecía que tenía un espacio limitado al sector de huevos. Se trata de una solución barata y versátil en la fase de diseño que sobre todo ha encontrado su hueco en el ámbito de las bandejas y las mallas de envasado. Representan, además, una oportunidad comercial a nivel europeo, ya que muchos de los países receptores de mercancías hortofrutícolas han encontrado especialmente atractivo este material. Las opciones a futuro para la celulosa podrían crecer aún más a medida que se estudian nuevas fuentes de obtención de la materia prima, como ciertos desechos vegetales.
Biomateriales: el enganche de lo natural
El consumidor que busca soluciones naturales está de enhorabuena. La lista de biomateriales ofertados al mundo del embalaje crece cada día: a los plásticos de origen vegetal, que, con el popular PLA a la cabeza, se están viendo como alternativa en el sector de bolsas de envasado, films de cierre, cubres y recubrimientos, se suma el avance en otro tipo de alternativas como el bagazo de caña de azúcar, el bambú o la hoja de palma, muy apreciados en el mundo del envasado hortofrutícola dadas las propiedades de sostenibilidad y procedencia natural que llevan asociados. Por ahora son los productos de mayor valor añadido o aquellos platos que quieren añadir ese plus relacionado con el impacto ambiental los que más están eligiendo entre esta categoría de embalajes, con crecimientos quizá no tan espectaculares como se podía pronosticar hace unos años, pero constantes e imparables.
El ecodiseño: estrategia de largo alcance
Aunque para un envasador siempre parece resultar más provechoso llegar al mercado con un producto con una presentación distinta y más sostenible, la más efectiva de las estrategias tiene que ver con el ecodiseño. Convertido en religión desde hace años por la industria del packaging, revisar la funcionalidad de cada elemento que forma parte del envase y adaptarlo para reducir su impacto ambiental es una tarea silenciosa que no acapara titulares pero es muy efectiva. Compatibilizar el material de las etiquetas con el resto del envase para facilitar el reciclado, emplear componentes más ligeros, quitar grapas y elementos superfluos, eliminar colores que dificulten la separación o crear embalajes más fácilmente reparables forman parte del abecedario de cualquier proveedor que quiera mantenerse en vanguardia, y han significado la reinvención con éxito de formatos que de otra manera corrían peligro de haber achicado su mercado de manera muy sensible.