14 mayo 2024

Historia y lenguaje del abanico

Autor
Daniel Alvarado, María García y Alba Jiménez
Tiempo de lectura
10 min.
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Evolución histórica del abanico

El abanico, un instrumento de origen antiguo, ha sido utilizado por diversas culturas a lo largo de la historia con múltiples propósitos. Sus orígenes se remontan al Antiguo Egipto, China e India hace milenios, donde desempeñaba funciones ceremoniales y prácticas, incluyendo la refrigeración y la protección contra insectos. A partir del siglo XVII, los abanicos de mano se difundieron en Europa, donde también se asociaban con prácticas de cortejo.

Según una leyenda popular, un artesano japonés se inspiró en las alas de un murciélago para crear el primer abanico plegable a partir de hinoki, o ciprés japonés, desestimando así el uso de los pai pai. Posteriormente, en China a partir del periodo Heian (siglo IX-XII), se inició la producción de abanicos plegables utilizando madera de sándalo y marfil, adornándolos con todo tipo de metales preciosos como oro y plata. Estos abanicos no solo se utilizaban como símbolo de estatus social, sino también como elementos decorativos de gran valor estético.

Los datos históricos relativos a los abanicos en las civilizaciones griega y egipcia son escasos, la evidencia arqueológica respalda la presencia y el uso de estos objetos en dichas culturas antiguas. En el caso de la civilización griega, se han encontrado representaciones artísticas, principalmente en cerámicas y esculturas, que ilustran el uso de abanicos, o ripis, especialmente en contextos de banquetes y ceremonias religiosas. En lo que respecta a la civilización egipcia, algunos abanicos, generalmente decorados con representaciones vinculadas al poder, han sido hallados en enterramientos y complejos religiosos, lo que sugiere su relevancia en la vida cotidiana y en el ámbito religioso de la época, junto a otros objetos como el quitasol y el espantamoscas.

Sin embargo, los primitivos abanicos conformados por hojas rígidas con empuñaduras, presentes en las civilizaciones griega y egipcia, eventualmente dejaron de ser empleados.

En la Antigua Roma, y durante la Edad Media, la utilización de estos instrumentos, denominados ahora ventables o mosqueros, eran utilizados igualmente dentro del contexto litúrgico. Los ventables medievales redujeron su tamaño y se recoge su uso como forma de preservar la hostia consagrada de posible contaminación durante la misa… recogiéndose dicho uso en algunos inventarios históricos como el de la Catedral de Salisbury bajo el término Flabellum ad muscas, a sacrificiis abigendas. En paralelo, el ventable litúrgico convivía en Europa con el de las Cortes Reales, como la de Aragón.

La importancia de Francia para el abanico en Europa

No fue sino hasta el siglo XVI que los abanicos irrumpieron masivamente en la escena europea, marcando sus inicios en la moda cortesana francesa en 1549, erigiéndose, de la mano de Catalina de Médicis como principal emblema de elegancia y refinamiento. Durante el siglo XVII, la producción de abanicos tomó impulso en Francia, particularmente en la ciudad de París, y alcanzó su punto álgido a lo largo del siglo XVIII. Los abanicos franceses se distinguían por su exquisita artesanía del siglo XVIII, elaborados a partir de materiales selectos como el carey, el marfil y la madreperla, y ornamentados con pinturas lacadas y grabados de gran precisión (The Kyoto Costume Institute, 2019, 86). Esta producción meticulosa reflejaba el estatus de los abanicos franceses como objetos de lujo y refinamiento en la alta sociedad europea de la época.

En el siglo XVIII, específicamente hacia la mitad de este período, abanicos confeccionados en la ciudad de Cantón empezaron a ser enviados a Europa. Estos abanicos estaban hechos de varillas de marfil que se conectaban entre sí mediante una cinta., conocidos como abanicos de brisè, o de baraja. Estos abanicos, que gozaron de gran renombre hasta mediados del siglo XIX, cumplían diversas funciones, incluida la conmemoración de compromisos matrimoniales, siendo comúnmente utilizados como obsequios de boda (Espinosa Martín, 2009, 111).

Con el desarrollo del Grand Tour, un viaje comúnmente realizado por los jóvenes europeos aristócratas entre los siglos XVII y XIX que tenían como objetivo el viaje por diferentes países del ámbito europeo, se desarrollaron una suerte de abanicos que funcionaban a modo de souvenir de las grandes ciudades. Un ejemplo de ello se conserva en la Galería de las Colecciones Reales donde aparece representada la Bahía de Nápoles hacia el año 1800.

El abanico como elemento esencial de cortejo

Los abanicos formaban parte indispensable en el atuendo de las damas de la corte de Versalles, siendo un complemento que cambiaba constantemente según las modas y excentricidades de la época. Las varillas de marfil, concha y nácar talladas y doradas, junto con las telas bordadas y pintadas, reflejaban la elegancia y el lujo de la nobleza.

Las jóvenes de la época ansiaban impresionar en la corte con sus vestidos, siempre buscando destacar y no repetir modelo en ninguna fiesta para cumplir con las estrictas normas del protocolo de Versalles. La competitividad estaba latente y cada detalle era importante para resaltar entre las demás damas.

Pero, lo cierto es que el abanico no fue un accesorio exclusivamente femenino, ya que fue popularizado entre los caballeros de la Corte por Enrique III de Francia, de quien se recogen historias sobre que los utilizaba de manera frecuente. Si bien, los modelos masculinos solían tener una apariencia más sobria, especialmente en las grandes ceremonias.

Cuando María Antonieta se retiró al Petit Trianón, marcó un cambio en las tendencias hacia la sencillez en la moda. Esto se reflejó también en los abanicos, con pinturas más pequeñas y temas de actualidad del momento, buscando la elegancia en la simplicidad. La competencia china, con abanicos a precios reducidos, comenzó a causar impacto en la exportación francesa.

Inglaterra, la aparición del abanico impreso

Los abanicos fueron introducidos en Inglaterra a través de las rutas comerciales preexistentes con naciones europeas y asiáticas. Su aceptación y uso entre la élite social, particularmente en la Corte de Ricardo II, y la aristocracia, propiciaron la iniciativa de comenzar a producirlos localmente en territorio inglés. Este fenómeno condujo al florecimiento de la industria del abanico en ciudades como Londres y Coventry, donde se erigieron talleres especializados dedicados a su manufactura y ornamentación.

El abanico impreso, que permitía una técnica de decoración más accesible y económica en comparación con los abanicos pintados a mano, fue una especialidad de las manufacturas británicas que exportaron abanicos por toda Europa tras la implantación en el año 1734 del Copyright Act.

Majismo y folclore en España

El abanico ha sido en España un elemento emblemático de la cultura y el folclore de nuestro país desde finales del siglo XIX, desempeñando fuertes roles prácticos, sociales y artísticos. Su presencia perdura hasta la actualidad, tanto como una pieza de moda de carácter atemporal como un símbolo de la herencia cultural histórica.

En España, la condición del abanico plegable como un accesorio imprescindible para las damas de alta categoría social no se establece como idea predominante hasta la segunda mitad del siglo XVII, convirtiéndose en un elemento fundamental para el siguiente siglo. A partir del reinado de Carlos II, momento en el que se le da un impulso a este tipo de manufacturas, tiene lugar la creación del gremio de fabricantes de varillajes en Madrid en el año 1693.

Valencia como eje de la producción

A lo largo del siglo XVIII, considerado como el siglo de oro del abanico por su popularización a raíz del desarrollo del majismo como imagen castiza predominante en la gran mayoría del país, la ciudad de Valencia “se consolida como el principal centro de producción de abanicos de España” (Fernández Sánchez, 2019, 11), una herencia que recogerá tiempo después en el siglo XX la ciudad de Aldaia.

Al igual que en otros países, en España también se desarrolló todo un código de comunicación no verbal a partir del uso del abanico. En este lenguaje del abanico, cada movimiento y posición del abanico tenía un significado específico. Por ejemplo, abrir el abanico y sostenerlo cerca del rostro podía significar coquetería o interés, mientras que cerrarlo bruscamente podía indicar disgusto o desdén.

Además, la velocidad, la dirección y el lugar donde se sostenía el abanico también influían en el mensaje transmitido. En una noticia del 14 de febrero de 1870 publicada en el Boletín de Loterías y de Toros de Madrid encontramos uno de los pocos testimonios textuales donde aparecen recogidos algunos significados de este lenguaje dentro del contexto español, que ya había comenzado a desarrollarse desde finales del siglo XVIII como elemento fundamental del lenguaje galante.

Como puede comprobarse, el abanico ha experimentado diferentes cambios a lo largo de los siglos. En la actualidad, el abanico sigue siendo un accesorio muy popular en países como España, donde se utiliza durante las celebraciones y festividades tradicionales. Además, ha evolucionado para adaptarse a las tendencias actuales, incorporando nuevos materiales y diseños más modernos. Su presencia en ferias como ANTIK Almoneda es frecuente como un objeto de colección de interés para diversos coleccionistas que ven en ellos una pieza de tradición y de destacado potencial visual.

Daniel Alvarado, María García y Alba Jiménez

Fuentes

  1. Espinosa Martín, C. (2009). La colección de abanicos de la Fundación Lázaro Galdiano. En J. Vega (Ed.), Arte, lujo y sociabilidad. La colección de abanicos de Paula Florido (pp. 25-130). Fundación Lázaro Galdiano y Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales.
  2. Fernández Sánchez, M. (2019). Un mundo de abanicos. Catálogo ilustrado de la colección del MUPA. Ayuntamiento de Aldaia.
  3. The Kyoto Costume Institute. (2019). Historia de la moda del siglo XVIII al siglo XX. Taschen.